martes, 17 de febrero de 2009

Las Matemáticas Incorrectas

Cuando una frase cala en profundidad, es como un azote constante, que resurge, cual ave fénix, las veces que sea menester, para indicarnos que la elección que tomamos o que dejamos de tomar, se tornó equivocada y no podemos escapar de sus consecuencias.
(inciso: el autoengaño siempre es una opción plausible en estos casos, pero nada recomendable para la salubridad espiritual.)

Nietzsche, pensó hace alrededor de 125 años, en una sociedad muy diferente a la actual, en la que el acceso a la propiedad y los bienes, estaba mucho-superlativo más restringida para el “gran público”, lo siguiente: …Sólo hasta un cierto grado la propiedad hace al hombre más independiente y libre; pero en un grado más la propiedad se convierte en amo y el propietario en esclavo….

Esta idea es ilógica desde el punto de vista occidental y sin embargo encierra una verdad tan demoledora como reveladora.
Ciertamente, la imposibilidad de adquirir una propiedad por parte de un ciudadano de a pie, hace por exclusión matemática, que la mayoría de estas propiedades se concentren en unas pocas manos, lo cual es malo para la sociedad y especialmente para el ciudadano, es el caso típico de ciertos países centro y latino americanos.
Cuando ocurre todo lo contrario, la situación mejora exponencialmente, pero es acá cuando Nietzsche nos avisa de que por encima del ansia de “tener” se encuentra el placer de vivir.
Dentro de otros 100 años tanto Nietzsche, como mi vecino que estuvo pagando 3 hipotecas: la de su casa habitual, la de su casa de verano y la del cortijo con piscina, haciendo para ello horas extras y sufriendo de un estrés que le causó una terrible úlcera de estómago, como yo que pude adquirir una vivienda que pagué en 5 años, lo cual me permitió poder ir optando a mejores o más satisfactorios trabajos, puesto que no tenía una obligación de pago y realizar una ingente cantidad de viajes, en los que descubrí maravillosas culturas que cambiaron mi percepción de la vida y me hicieron crecer como se humano, bien, pues como digo, los tres vamos a parecernos como goticas de agua.

La meta es la misma, pero la forma de llegar puede ser agradable, satisfactoria-superlativa o propia de un cuento opresivo y diabólico.

La propiedad siempre estuvo y seguramente estará vinculada al Poder y por tanto, la consecución de la misma fue y seguramente será costosa y ardua, por ello, alabando la bendición de poder tener un lugar donde descansar los huesos, la dificultad de que la tibia descanse en un lugar y el peroné en otro puede convertirse en una trampa vital de la que no podamos escapar.

No quería ser tan explicito, pero evidentemente los monstruosos préstamos hipotecarios, están haciendo en muchos casos, que nuestra capacidad de elección se vea muy menguada y la libertad de poder seleccionar y realizar lo que uno quiere y no lo que uno puede, está en el orden del día. Y estas dos situaciones antagónicas son como la noche y el día.

El que más tiene puede ser el más feliz, pero puede que no lo sea; las matemáticas en el espíritu humano pueden parecer lógicas, pero encierran un tesoro de incertidumbre aventuresca.

Aprendamos de los sabios del pasado y pensemos que en esencia las cosas no cambian sustancialmente, sólo mutan sus formas.
Leyamos entre líneas y no nos convirtamos en esclavos con amo invisible.

viernes, 6 de febrero de 2009

Profundidad

Existe un miedo enraizado en lo incierto.
No saber que nos deparará el futuro más próximo o más lejano, nos conduce a un estado de excitación opresiva; puesto que conductualmente, la duda nos devora a dentelladas.

Odiamos la rutina y por el contrario nos salva de lo desconocido, introducimos variantes seguras que nos permitan camuflar el día a día tan feroz; pero nos alejamos como el viento, de las ideas que pueden llevarnos a correr un riesgo interior.
Sin embargo, no existe una alhaja más codiciada por los años del espíritu, que la satisfacción por encontrar nuevas fuentes de las que manar, aunque sea un oasis en el extremo opuesto del desierto.

Es paradójico que aún sabiendo los ingredientes para tener una vida más plena, nos cobijemos en la madriguera de la desidia más condenatoria.

En el instante que interpretamos que una decisión nos va a conllevar a realizar un magnánimo esfuerzo o bien que vamos a estar expuestos a una situación de estrés, a una situación que no controlamos y a fin de cuentas que nos resulta incómoda, rehusamos o retardamos o en el peor de los casos nos olvidamos de ello, incluso cuando el botín fuera de incalculable valor espiritual.

Con todo, no puedo dejar de obviar, que el miedo no es parturiento, ni pecado original y afrontar lo desconocido con actitud positiva, valerosa y de alumnado, puede ayudarnos, si la apuesta es acertada, a caminar funambulista sobre el fino alambre que separa la ínsula de los hombres sabios.

Remad remad malditos, exponeros al frío viento y al bravo océano de fuego.
Virad el timón y poned rumbo al episodio
de lo desconocido.